Hubo hombres de altos ideales que sacrificaron muchísimas cosas en pro del bien común y generacional. No eran perfectos, tenían nobles visiones y arrojo, en medio de almas no exentas de pobrezas, que nos dejaron un legado.
El 9 de Julio de 1816, en la provincia de Tucumán, invocando al Eterno que preside al universo, y bajo un fuerte compromiso asegurado con la garantía de sus vidas, haberes y fama se declara la Independencia del yugo opresor. También un 9 de Julio de 1853, se jura, en Santa Fe, la Constitución Nacional, cuyo preámbulo expresa entre otros conceptos: invocando a la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia, para el ordenamiento de la Nación.
En ambas fechas, tan trascendentes, aquellos próceres de la libertad invocaron a Dios, para:
1. romper los violentos vínculos que las ligaban
2. recuperar los derechos de que fueron despojadas, e
3. investirse del alto carácter de una nación libre e independiente para que pudiésemos darnos las formas que exija la justicia y demande el cúmulo de las actuales circunstancias.
Lejos estamos de aquellos ideales que impregnan nuestros documentos fundamentales como país. La avaricia, insensibilidad e inmoralidad no reconocen límites geográficos ni banderas regionales trayendo nuevos yugos que solo se detendrán ante corazones ungidos por Dios. Que los que dejamos atrás se sientan satisfechos que no fue en vano. ¡Argentina, te bendigo!
El 9 de Julio de 1816, en la provincia de Tucumán, invocando al Eterno que preside al universo, y bajo un fuerte compromiso asegurado con la garantía de sus vidas, haberes y fama se declara la Independencia del yugo opresor. También un 9 de Julio de 1853, se jura, en Santa Fe, la Constitución Nacional, cuyo preámbulo expresa entre otros conceptos: invocando a la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia, para el ordenamiento de la Nación.
En ambas fechas, tan trascendentes, aquellos próceres de la libertad invocaron a Dios, para:
1. romper los violentos vínculos que las ligaban
2. recuperar los derechos de que fueron despojadas, e
3. investirse del alto carácter de una nación libre e independiente para que pudiésemos darnos las formas que exija la justicia y demande el cúmulo de las actuales circunstancias.
Lejos estamos de aquellos ideales que impregnan nuestros documentos fundamentales como país. La avaricia, insensibilidad e inmoralidad no reconocen límites geográficos ni banderas regionales trayendo nuevos yugos que solo se detendrán ante corazones ungidos por Dios. Que los que dejamos atrás se sientan satisfechos que no fue en vano. ¡Argentina, te bendigo!
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