Hace varios años recibí un formulario de la asociación evangelística Billy Graham en el que me ofrecían la posibilidad de viajar a Holanda y tomar el entrenamiento que el gran evangelista realizaría como corolario a su exitoso ministerio mundial de 50 años. Después de contestar a las innumerables preguntas que me hicieron, envié ese mismo formulario, por correo postal, esperando ser aceptado. El momento en que recibí la contestación ha permanecido en mi memoria como un recuerdo indeleble. Me sentía como un niño al abrir un regalo. Sin embargo, me decepcioné: “Sr. José Luis Cinalli, su solicitud ha sido rechazada. Usted no será invitado a participar de la conferencia”.