Ocurrió en un barrio en las afueras de la ciudad; "Aquí
la ley de la calle es muy clara: nos atropella, lo matamos", dijeron los
vecinos; los acusados aún están prófugos.
Anoche en el Culto de Oración de la iglesia orábamos por los
niños violentos, ese fue el título. Dos episodios del fin de semana último fueron el
disparador para volver sobre el tema:
Un
niño de catorce años (14) en Unquillo, Córdoba, y otro
de quince años (15) en Villa Mercedes, San Luis murieron asesinados en el
mismo fin de semana a manos de sus pares.
En un párrafo de las Escrituras leo: A ti no te complacen sacrificios ni ofrendas; en su lugar, me
preparaste un cuerpo; no te agradaron ni holocaustos ni sacrificios por el
pecado. Por eso dije: “Aquí me tienes —como el libro dice de mí—. He venido, oh
Dios, a hacer tu voluntad.” Hebreos 10
El Espíritu Santo puso en boca de David (Sal 40) un lenguaje
que encontraría su parcial aplicación en el rey de Israel hasta que se
cumpliese totalmente en el Hijo de Dios. David, en alabanza, en oración,
recuerda sus aflicciones pasadas y el rescate de Dios de cada una de ellas,
entonces ofrece obediencia como su mejor adoración, sabe que será aceptada. El apóstol le escribe a los hebreos ratificando que solo el sacrificio de Cristo quita el pecado.
Así, tu oración a favor de la niñez en riesgo será oída en
los cielos y el Espíritu Santo puede llegar a poner en tus labios palabras que
no imaginas... No creas que tu oración no llega o no será tenida en cuenta, a David no
se le permitió construir el Templo pero fue escuchado y usado en otras muchas tareas. No somos perfectos, el Señor perfecciona. Haz memoria de los favores de Dios a tu favor, alábalo y ofrecele tu obediencia.
Permite, querido lector que el Señor consiga su propósito en
tu persona, la creación lo necesita, hagamos la voluntad de Dios.
Si estás en Cristo nueva criatura eres, haz entrado a formar
parte del cuerpo de Cristo, un nuevo cuerpo nos ha sido preparado para que hagamos Su
voluntad. Intercede, a favor de los niños, de sus padres, del Estado, de la Iglesia.
No podemos permitirnos perder más generaciones. La venganza,
es del Señor no nuestra.
Cuando se internaliza y proclama en las comunidades “una
ley” contraria a la de Dios, estamos en grave peligro.
Ninguna ley (institucionalizada
o no) debe menospreciar la vida ya que no nos pertenece, no hay justificativo
válido y nos será reclamado.
Iglesia, levanta tu voz por los que no la tienen, hombres y mujeres de fe a tomar sus lugares en el cuerpo de Cristo. El Espíritu de Dios será con nosotros.
Dios te bendice.-
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