Angustia cristiana en Medio Oriente
Por Marcos Aguinis | LA NACION
Benjamín Weinthal es un periodista preocupado por la suerte de las comunidades cristianas en Medio Oriente y acaba de difundir noticias alarmantes que, curiosamente, son marginadas por la prensa occidental. En la ciudad egipcia de Beni Suef, su corte criminal ha sentenciado a toda una familia a quince años de prisión por haberse convertido al cristianismo. Beni Suef se encuentra en la ribera oriental del Nilo, unos 115 kilómetros al sur de El Cairo. Esto es muy grave: demuestra cuán en serio se están tomando las prescripciones del nuevo gobierno islamista. La información fue publicada en el diario árabe Al-Masry al-Youm.
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Se estima que la población cristiana de Medio Oriente (comprendidas sus diversas denominaciones), hasta fines del siglo XX, se acercaba a un 20%. Los últimos censos la han reducido a un 5%. Y su número sigue bajando. En el Líbano, el más adelantado de los países árabes, cayó del 50 al 40%. El creciente poderío de Hezbollah, grupo armado y sostenido por Irán, aumentó en ese país la inseguridad y la emigración de cristianos. En Siria, que se desangra con una guerra atroz que el mundo contempla paralizado, los cristianos son más o menos el 12%. La brutal dictadura de Asad padre e hijo puede caer, pero no significará un alivio para los cristianos. Entre los rebeldes predominan los islamistas fanatizados, que ya han cometido crímenes por motivos religiosos. Algo similar pasó en Irak, donde la mitad de sus 800.000 cristianos han debido huir tras la caída de Saddam Hussein y el incendio de la principal iglesia de Bagdad durante una misa dominical, reivindicado por los salafistas, que quieren reimponer el estilo de vida existente en los tiempos de Mahoma (siglo VII).
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