Toda la naturaleza es un anhelo de servicio.
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú; donde haya un error que enmendar, enmiendalo tú; donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.
Sé el que apartó la piedra del camino, el odio entre los corazones y las dificultades de un problema.
Hay alegría de ser sano y la alegría de ser justo; pero hay sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir.
¡Qué triste sería el mundo si todo en él estuviera hecho, si no hubiera un rosal por plantar, una empresa por emprender.
Que no te llamen solamente los trabajos fáciles. ¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan!
Pero no caigas en el error de que solo se hace mérito con los grandes trabajos; hay pequeños servicios que son buenos servicios: Adornar una mesa, ordenar unos libros, peinar a una niña.
Aquél que es el que critica, éste es el que destruye; tú sé el que sirve.
El servir no es faena solo de seres inferiores. Dios que da el fruto y la luz, sirve. Pudiera llamársele así: El que Sirve.
Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día: ¿Serviste hoy? ¿A quién? ¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú; donde haya un error que enmendar, enmiendalo tú; donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.
Sé el que apartó la piedra del camino, el odio entre los corazones y las dificultades de un problema.
Hay alegría de ser sano y la alegría de ser justo; pero hay sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir.
¡Qué triste sería el mundo si todo en él estuviera hecho, si no hubiera un rosal por plantar, una empresa por emprender.
Que no te llamen solamente los trabajos fáciles. ¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan!
Pero no caigas en el error de que solo se hace mérito con los grandes trabajos; hay pequeños servicios que son buenos servicios: Adornar una mesa, ordenar unos libros, peinar a una niña.
Aquél que es el que critica, éste es el que destruye; tú sé el que sirve.
El servir no es faena solo de seres inferiores. Dios que da el fruto y la luz, sirve. Pudiera llamársele así: El que Sirve.
Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día: ¿Serviste hoy? ¿A quién? ¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?
Gabriela Mistral.
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