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El holocausto le pasó a todo el mundo

"Esto no nos pasó solo a los judíos"
Soy sobreviviente de Auschwitz. Llevo tatuado en mi brazo izquierdo el número 33502 que me quitó mi adolescencia y mi identidad. Viví dos años en el Ghetto de Pruzany, cerca de Bialistok, Polonia (mi ciudad natal) donde padecimos miseria y hambre. Llegamos el 2 de febrero de 1943 luego de viajar cinco días hacinados en vagones de ganado, sin agua ni comida, haciendo nuestras necesidades en un rincón. En el viaje, mi tío pidió agua por la ventanilla y los nazis lo mataron de un tiro en la frente. Al llegar, llevaron a mis padres y mis dos hermanos a las cámaras de gas. Los menores de 18 estaban condenados a la muerte. Yo, con mis 16, y un tapado que me hacía parecer mayor me mezclé entre las mujeres destinadas al trabajo forzado. Nos levantaban a la madrugada, con un trapo como vestido, tiritábamos. Sólo tomábamos un brebaje como café y un trozo de pan que parecía arcilla. Los primeros meses fueron terribles. Una vez sentí un dolor en la pierna y debí ir a la enfermería, la antesala de la muerte. Una noche, Mengele me tomó del brazo con sus dedos largos de araña venenosa y dijo mi número para mandarme al día siguiente a la cámara de gas. Me salvó una doctora rusa, prisionera de guerra: me tachó de la lista y me reemplazó por un muerto. Su nombre era Lubov, que en ruso significa amor.

Estuve en la Marcha de la Muerte. Los rusos nos liberaron a orillas del Río Elba, el 23 de abril de 1945. Dos años después llegué a Argentina, vía Uruguay, de manera clandestina. Soy viuda, tengo 82 años, dos hijos y cinco nietos. Soy una de las primeras socias del Museo del Holocausto de Buenos Aires.Esto no nos pasó sólo a los judíos, le pasó al mundo.

Liza (Lea) Zajac de Novera (sobreviviente)

Comentarios

  1. “Who controls the past, controls the future; who controls the presents, controls the past”.
    (George Orwell, “1984”)


    Por supuesto, por supuesto. ¿Cómo, el lector no lo sabía? Entonces es hora de que se entere: hay un hipopótamo instalado en su dormitorio.
    Ciertos lectores se inclinarán a la suspicacia. Su incredulidad quedará disipada mediante el siguiente diálogo.

    DIALOGO 1. El Hipopótamo Metafísico.

    -Usted habla nada menos que de un hipopótamo en mi dormitorio, es un completo disparate.
    -¿Por qué un disparate?
    -En mi dormitorio no veo ningún hipopótamo.
    -Ah, pero ése no es motivo de duda: le aclaro que se trata de un hipopótamo invisible, pero no por eso menos real.
    -¿Un hipopótamo invisible pero real? ¿Y como entra semejante paquidermo en el dormitorio, cómo no tropiezo con él?
    -Le aclaro que no estamos hablando de un hipopótamo vulgar, éste es invisible e intangible, atraviesa las paredes y, por supuesto, usted no puede palparlo.
    -Aún así. Mi perro lo escucharía y lo olería.
    -Tampoco, no despide olor ni hace ruido. Es invisible, intangible e inaudible -y por si pretendiera usted ponerse en materialista, le indico desde ya, que este hipopótamo no presenta masa, ni energía, ni reacciona a los instrumentos de laboratorio.
    -¿Pero qué hipopótamo es ése?
    -Es un hipopótamo metafísico.

    ¿Ha quedado usted convencido? El incrédulo lector se dirá que no hay ninguna diferencia entre afirmar un hipopótamo metafísico en el dormitorio o simplemente negar que exista allí un hipopótamo.

    Ajá. Claro, es fácil hacerse el inteligente cuando no hay riesgo.

    Pero la cuestión se complicaría si hubiese una Religión del Santo Hipopótamo, con un imponente número de creyentes, predicadores, teólogos e inquisidores... y si las autoridades nacionales e internacionales reconocieran al Hipopótamo Metafísico y dictaran leyes castigando severamente a quienes pusieran en duda su existencia. En ese caso el lector omitirá tantas preguntas y conviviría lo mejor posible con el paquidermo.

    ¿Pasan esas cosas en el mundo real? Bueno, según se mire. En vez de Hipopótamo ponga usted “Holocausto” y observe las reacciones. Como declararon públicamente P. Vidal-Naquet, L. Poliakov y treinta intelectuales franceses:
    “No se puede preguntar cómo fue posible el genocidio. Fue técnicamente posible, porque tuvo lugar. Ése es el punto de partida obligatorio para toda investigación histórica sobre el tema. Nosotros queremos simplemente recordar: no hay discusión sobre la existencia de las cámaras de gas, ni puede llegar a haberla”
    (Le Monde, 21.2.79).
    Aquí entonces, no se admiten discusiones, se cree o se marcha preso. ¿Por qué? En parte por decoro, por no hacer el ridículo. Las discusiones, cuando estaban permitidas, se iban pareciendo a las de Arriba.


    DIALOGO 2. El Holocausto Metafísico

    -Si se hubiera gaseado a tanta gente deberían verse algunas huellas.
    -El gas del Holocausto se disipa y no deja huellas.
    -Quedarían cadáveres.
    -Nada de eso, eran incinerados por completo y las cenizas también desaparecían sin dejar rastros.
    -Pero los crematorios no pueden trabajar de esa manera, se necesitarían millones de toneladas de carbón, que en la guerra era sumamente escaso.
    -En el caso del Holocausto se disponía de ese carbón en depósitos secretos.
    -Un disparate. Además, las chimeneas estarían arrojando humo sin interrupción y se vería en las miles de fotos áreas que los aliados tomaron sobre Auschwitz.
    -Nada de eso, probablemente esos aviones de reconocimiento disponían de un filtro especial que eliminaba el humo.
    -Aún así, se verían en las fotos las sombras que arroja el humo.
    -El humo del Holocausto no arrojaba sombras.
    -¿Pero qué clase de holocausto es ése?

    Etcétera. Por toda Europa las democracias liberales emiten gradualmente leyes de represión que impiden estas discusiones. Castigando las divergencias, salvan el consenso de los demócratas.

    “Who controls the past, controls the future; who controls the presents, controls the past”.
    (George Orwell, “1984”)


    Por supuesto, por supuesto. ¿Cómo, el lector no lo sabía? Entonces es hora de que se entere: hay un hipopótamo instalado en su dormitorio.
    Ciertos lectores se inclinarán a la suspicacia. Su incredulidad quedará disipada mediante el siguiente diálogo.

    DIALOGO 1. El Hipopótamo Metafísico.

    -Usted habla nada menos que de un hipopótamo en mi dormitorio, es un completo disparate.
    -¿Por qué un disparate?
    -En mi dormitorio no veo ningún hipopótamo.
    -Ah, pero ése no es motivo de duda: le aclaro que se trata de un hipopótamo invisible, pero no por eso menos real.
    -¿Un hipopótamo invisible pero real? ¿Y como entra semejante paquidermo en el dormitorio, cómo no tropiezo con él?
    -Le aclaro que no estamos hablando de un hipopótamo vulgar, éste es invisible e intangible, atraviesa las paredes y, por supuesto, usted no puede palparlo.
    -Aún así. Mi perro lo escucharía y lo olería.
    -Tampoco, no despide olor ni hace ruido. Es invisible, intangible e inaudible -y por si pretendiera usted ponerse en materialista, le indico desde ya, que este hipopótamo no presenta masa, ni energía, ni reacciona a los instrumentos de laboratorio.
    -¿Pero qué hipopótamo es ése?
    -Es un hipopótamo metafísico.

    ¿Ha quedado usted convencido? El incrédulo lector se dirá que no hay ninguna diferencia entre afirmar un hipopótamo metafísico en el dormitorio o simplemente negar que exista allí un hipopótamo.

    Ajá. Claro, es fácil hacerse el inteligente cuando no hay riesgo.

    Pero la cuestión se complicaría si hubiese una Religión del Santo Hipopótamo, con un imponente número de creyentes, predicadores, teólogos e inquisidores... y si las autoridades nacionales e internacionales reconocieran al Hipopótamo Metafísico y dictaran leyes castigando severamente a quienes pusieran en duda su existencia. En ese caso el lector omitirá tantas preguntas y conviviría lo mejor posible con el paquidermo.

    ¿Pasan esas cosas en el mundo real? Bueno, según se mire. En vez de Hipopótamo ponga usted “Holocausto” y observe las reacciones. Como declararon públicamente P. Vidal-Naquet, L. Poliakov y treinta intelectuales franceses:
    “No se puede preguntar cómo fue posible el genocidio. Fue técnicamente posible, porque tuvo lugar. Ése es el punto de partida obligatorio para toda investigación histórica sobre el tema. Nosotros queremos simplemente recordar: no hay discusión sobre la existencia de las cámaras de gas, ni puede llegar a haberla”
    (Le Monde, 21.2.79).
    Aquí entonces, no se admiten discusiones, se cree o se marcha preso. ¿Por qué? En parte por decoro, por no hacer el ridículo. Las discusiones, cuando estaban permitidas, se iban pareciendo a las de Arriba.


    DIALOGO 2. El Holocausto Metafísico

    -Si se hubiera gaseado a tanta gente deberían verse algunas huellas.
    -El gas del Holocausto se disipa y no deja huellas.
    -Quedarían cadáveres.
    -Nada de eso, eran incinerados por completo y las cenizas también desaparecían sin dejar rastros.
    -Pero los crematorios no pueden trabajar de esa manera, se necesitarían millones de toneladas de carbón, que en la guerra era sumamente escaso.
    -En el caso del Holocausto se disponía de ese carbón en depósitos secretos.
    -Un disparate. Además, las chimeneas estarían arrojando humo sin interrupción y se vería en las miles de fotos áreas que los aliados tomaron sobre Auschwitz.
    -Nada de eso, probablemente esos aviones de reconocimiento disponían de un filtro especial que eliminaba el humo.
    -Aún así, se verían en las fotos las sombras que arroja el humo.
    -El humo del Holocausto no arrojaba sombras.
    -¿Pero qué clase de holocausto es ése?

    Etcétera. Por toda Europa las democracias liberales emiten gradualmente leyes de represión que impiden estas discusiones. Castigando las divergencias, salvan el consenso de los demócratas.

    ¿Se anima a seguir leyendo, o tiene miedo de que lo encarcelen por investigar el holocausto?
    http://www.nuevorden.net/cc_04.html

    'La verdad no teme a la investigacion'

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